¿Cómo oímos el mundo? Un experto nos explica el proceso, los riesgos de una mala higiene y consejos prácticos en salud auditiva. Por José Fernando Serna Osorio
No hay nada mejor que escuchar el canto de los pájaros, disfrutar de una buena canción o simplemente contemplar el silencio. No obstante, en un mundo hiperconectado, donde los dispositivos móviles y el uso excesivo de audífonos y parlantes irrumpen sin control, cada vez más personas enfrentan serios problemas auditivos.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), “Más de 1.500 millones de personas a nivel mundial experimentan algún grado de pérdida auditiva. De estos, se estima que 430 millones tienen pérdida auditiva de gravedad moderada o mayor en el oído con mejor audición”.
En el caso de las Américas, las cifras también son alarmantes: alrededor de 217 millones de personas viven con pérdida auditiva, lo que equivale al 21,52 % de la población. Se proyecta que para el año 2050 este número aumentará a 322 millones.
Los malos hábitos y las condiciones socioeconómicas que limitan el acceso a tratamientos o que retrasan la atención médica contribuyen significativamente a estos problemas. Según la OPS, casi el 80 % de las personas con pérdida auditiva en el mundo viven en países de ingresos bajos y medianos.
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¿Cómo oímos?
Nuestro sentido del oído es una red compleja de estructuras que trabajan juntas para transformar las vibraciones sonoras en señales eléctricas que nuestro cerebro interpreta. “Podemos relacionar o asemejar el sonido con las olas del mar, con la diferencia de que no podemos verlas”, explicó Jorge Agudelo González, fonoaudiólogo y especialista en audiología.
Estas ondas sonoras viajan por el aire y, al llegar a nuestro oído, inician un proceso de transformación que culmina en la percepción del sonido. Desde el pabellón auricular hasta la cóclea —una estructura en forma de caracol—, el sonido se desplaza a través de varios componentes anatómicos. La membrana timpánica, los huesecillos del oído medio y las células ciliadas de la cóclea desempeñan un papel crucial en este proceso. “Con esta vibración dentro de la cóclea se mueven unos líquidos y una especie de vellosidades, que son células encargadas de transformar estas ondas y movimientos en señales eléctricas”, detalló Agudelo González.
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Enfermedades del oído
La exposición a ruidos excesivos, largos periodos de sonidos incómodos o prácticas inadecuadas de higiene auditiva pueden derivar en enfermedades e inflamaciones. Además, factores externos como infecciones y otras afecciones pueden incidir en el sentido de la escucha.
“La otitis media serosa es una de las molestias más comunes que ocurren en el oído. También encontramos enfermedades infecciosas en la infancia, como la rubéola, el sarampión, la parotiditis, la meningitis y la toxoplasmosis. Este tipo de infecciones afectan la audición y el nervio auditivo”, explicó el especialista.
El fonoaudiólogo también destacó que condiciones como la prematurez, el bajo peso al nacer, la incompatibilidad sanguínea, la hipoxia neonatal y el sufrimiento fetal pueden causar problemas auditivos. De igual forma, los golpes y los traumas cráneoencefálicos que afectan la región auditiva son factores de riesgo importantes.
En la adultez, los riesgos para el sistema auditivo aumentan debido a factores laborales y conductas poco saludables, como la exposición constante a ruidos altos y la contaminación sonora. Esto puede generar pérdidas auditivas significativas en el mediano y largo plazo.
“En consulta, atendemos casos de presencia de cuerpos extraños dentro del oído, como insectos o pequeños objetos —incluso pedazos de lápices— que las personas introducen para rascarse. También llegan frecuentemente pacientes con acúfenos o tinnitus, que son esos pitos o zumbidos que una persona percibe, pero que los demás no”, agregó Agudelo González.
Finalmente, otra dolencia común de consulta es el vértigo, que, aunque no está directamente relacionado con la audición, ocurre porque el sistema del equilibrio —o sistema vestibular— se encuentra en el oído interno. La terapia y rehabilitación de esta condición están a cargo del audiólogo, quien realiza maniobras y actividades específicas para mejorar la calidad de vida del paciente.