Hábitos de Bienestar - noviembre 25, 2024
Actividad física, equilibrio y salud cerebral
Cuatro años de actividad física multiplicaría por siete la probabilidad de un envejecimiento saludable
*Con información de la agenciasinc.es y el diario La República de Colombia
¡No es mito! Es una realidad necesaria, la práctica deportiva alimenta el bienestar del cerebro y las funciones del organismo humano.
El ejercicio regular no solo beneficia al cuerpo, sino que también es crucial para mantener un cerebro sano. Los neurólogos recomiendan practicar 30 minutos de ejercicio cinco días a la semana para mejorar la memoria, el aprendizaje y reducir el riesgo de deterioro cognitivo. Incluso la ciencia sugiere que estos beneficios pueden transmitirse a hijos y nietos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad global, después de la hipertensión, el consumo de tabaco y los niveles altos de azúcar en sangre. Además, es uno de los principales factores de riesgo para enfermedades neurodegenerativas y cerebrovasculares.
Durante la Semana del Cerebro, celebrada este año del 30 de septiembre al 4 de octubre por la Sociedad Española de Neurología (SEN), se destacó cómo la actividad física combate la depresión, la ansiedad y el estrés, mejorando significativamente la salud cerebral.
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Gigliola Aycardi, cofundadora de la cadena de gimnasios BodyTech, señaló al diario La República que en Colombia «no alcanzan ni de cerca» las recomendaciones estipuladas por la OMS en relación con la actividad física. Se estima que el 85 % de la población infantil no realiza los 60 minutos de actividad estipulados por la entidad, y en el caso de los adultos, el porcentaje de sedentarios es del 45 %, quienes no cumplen con los 150 minutos semanales recomendados.
No alcanzar esos 150 minutos semanales de ejercicio recomendados por la OMS ubica a las personas en riesgo de “inactividad física”, lo cual puede conducir a muchas patologías, especialmente cerebrovasculares, según un estudio publicado en The Lancet, revista médica británica.
Problemática del sedentarismo
Herman Pontzer, catedrático de Antropología Evolutiva y Salud Global de la Universidad Duke, de Carolina del Norte, Estados Unidos, sostuvo que la actividad física es una herencia de nuestros ancestros cazadores-recolectores. En contraste, hoy en día, “estar sentado en un escritorio o frente al televisor durante largos períodos está ligado a una menor expectativa de vida”, según Pontzer, en un artículo de Scientific American.
Por su parte, José Luis Trejo, del Instituto Cajal CSIC en España, señaló que “nuestro cuerpo ha evolucionado para hacer ejercicio”, destacando que los hombres antiguos recorrían unos 14 kilómetros diarios y las mujeres unos 12. Trejo advirtió que “el sedentarismo es el principal enemigo de un cerebro sano”, recordando que el cerebro necesita una buena circulación de sangre para recibir oxígeno y nutrientes.
Un reciente estudio en Circulation, revista científica, avaló que breves ráfagas de 12 minutos de ejercicio intenso pueden inducir cambios favorables en el 80 % de los metabolitos circulantes, con amplios beneficios para la salud. Así, no se requieren largos periodos de actividad para mejorar la calidad de vida y el bienestar del cerebro.
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Actividad física: mejora el aprendizaje
David Ezpeleta Echávarri, vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), señaló que el ejercicio no solo mejora la vascularización cerebral, sino que también fomenta la creación de sinapsis. Mantenerse activo retrasa la aparición de enfermedades neurodegenerativas y promueve un cerebro más saludable con el paso del tiempo.
Además, el investigador Trejo añadió que la práctica regular de ejercicio tiene efectos antidepresivos y ansiolíticos comprobados. Esto convierte al ejercicio en una excelente vacuna contra la depresión y la ansiedad, dos de los males más comunes de nuestra era.
En niños y adolescentes, el ejercicio también aumenta los factores de crecimiento neural, esenciales para la supervivencia de las neuronas y la plasticidad cerebral. En una época en la que el sedentarismo infantil es preocupantemente alto, inculcar hábitos de ejercicio desde temprano es fundamental para el desarrollo cerebral.
Neuroprotección y ejercicio
En 2013, investigadores de la Universidad de Harvard, Estados Unidos, descubrieron que el ejercicio aumenta los niveles de una proteína llamada irisina en el cerebro. Esta proteína, considerada una hormona, cruza la barrera hematoencefálica y promueve la expresión de factores neurotróficos que activan genes relacionados con la cognición.
La irisina ha despertado gran interés científico por su potencial para prevenir la pérdida de memoria asociada con la enfermedad de Alzheimer, reforzando la capacidad neuroprotectora del ejercicio. Además, un estudio reciente en el British Medical Journal reveló que las personas físicamente activas tienen un 55 % más de probabilidades de disfrutar de un sueño reparador, crucial para la producción y regulación de hormonas.
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Equilibrio en el deporte: beneficios y advertencias para la salud
Deporte sí, pero con equilibrio. No importa la edad, siempre es buen momento para empezar a hacer ejercicio y obtener sus múltiples beneficios. Un estudio del British Journal of Sports Medicine con 3.454 participantes, de edad media 63 años, demostró que después de cuatro años de actividad física regular, se multiplicaba por siete la probabilidad de un envejecimiento saludable.
José Luis Trejo advirtió, sin embargo, que tanto la intensidad como la cantidad de ejercicio deben ser moderadas. Excederse puede reducir los beneficios y, en casos extremos, anularlos, asemejando los efectos a los de una vida sedentaria. El estudio publicado por Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) en 2013 mostró que el cerebro tiene un mecanismo de frenado cuando se supera el límite de actividad física. Este fenómeno, conocido como fatiga central y provocado por la serotonina, genera cansancio extremo e impide continuar.
Beneficios heredados del ejercicio
El ejercicio no solo beneficia a quien lo practica, sino también a su descendencia. Investigaciones de Trejo en roedores mostraron que los beneficios del ejercicio pueden llegar hasta los nietos, mejorando su capacidad de aprendizaje y memoria a través de cambios epigenéticos en las células sexuales.
Estos beneficios cognitivos, según un trabajo publicado en junio en el Journal of Neuroscience, se transmiten mediante microARNs que regulan la expresión génica. La conclusión es sencilla: el ejercicio bien realizado puede ser tan efectivo, o más, que ciertos tratamientos médicos.