La obesidad es un problema de salud pública. Aprende sobre sus vínculos con la salud cardiovascular y cómo prevenir esta condición desde la infancia a partir de la visión de expertos.
El cambio de rutina impuesto por el aislamiento obligatorio del covid-19 trastocó por completo la vida de Juan Pablo Pinilla. Los horarios laborales se volvieron más extensos, la vida familiar se concentró en el hogar y la actividad física, antes una constante en su vida, quedó relegada. Su alimentación, que solía ser balanceada, se vio afectada por el estrés y la ansiedad, lo que lo llevó a consumir más alimentos procesados y a saltarse las comidas.
A esto se sumó una gran presión psicológica, que afectó su salud mental y modificó hábitos de descanso, con altos volúmenes de ansiedad, que lo hacía comer más de lo que estaba acostumbrado. Juan, que siempre tuvo una contextura física gruesa, pero no con sobrepeso, además de rutinas establecidas de alimentación, pasó de pesar 84 kilos a 100 kilos, durante el aislamiento.
La palabra obesidad era ajena a su vocabulario. Mucho menos sospechaba de la hipertensión y otras afecciones que se avecinaban, que se acompañaron de licor y cigarrillo. La excusa siempre fue la misma: “La pandemia me generó situaciones de estrés y ansiedad que me llevaron al borde de una enfermedad, sobre la cual, en el proceso, nunca vi que estuviera en riesgo mi salud”, dijo.
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Luego que se superó, en una primera etapa el aislamiento, Juan Pablo volvió a retomar su vida anterior. Solo que ya tenía una nueva realidad: una prescripción médica por obesidad, un diagnóstico de hipertensión y una estricta dieta que tuvo que seguir para bajar los kilos de más que se acrecentaron durante el trabajo en casa. Ya las rutinas de ejercicio costaban el doble y se sumaron visitas al psicólogo.
Juan Pablo es un claro ejemplo de cómo la pandemia aceleró el desarrollo de problemas de salud relacionados con la obesidad en muchas personas. Las cifras globales son alarmantes: en 2021, la obesidad causó 2,8 millones de muertes en las Américas, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, OPS, lo que subraya la urgencia de abordar esta crisis de salud pública. La experiencia de Juan Pablo nos recuerda que la obesidad no es solo un problema estético, sino una enfermedad que puede tener graves consecuencias para la salud.
Obesidad, un riesgo para la salud de los colombianos
En Colombia, la obesidad y el sobrepeso no son solo estadísticas: son una realidad alarmante que afecta la vida de millones de personas. Según la Encuesta Nacional de Situación Nutricional, el 36,2 % de los adultos padece sobrepeso, mientras que el 21,3 % sufre de obesidad, siendo las mujeres las más afectadas, con cifras que superan el doble en comparación con los hombres.
La situación es aún más preocupante entre los menores: uno de cada tres (3) niños no alcanza un peso saludable de acuerdo con los estándares del Índice de Masa Corporal (IMC). La obesidad en esta población está estrechamente relacionada con problemas como la hipertensión arterial, una condición que, según datos de la Cuenta de Alto Costo, afecta a más de cinco millones de colombianos.
Causas de la obesidad y sobrepeso
“Cuando la grasa se acumula en los vasos sanguíneos, se producen cambios fisiológicos que afectan la circulación coronaria, aumentando la presión arterial”, explicó Miguel Bernardo Giraldo Serna, cardiólogo del Hospital San Vicente Fundación de Medellín.
Esta acumulación de grasa impacta la salud cardiovascular y también aumenta el riesgo de desarrollar diabetes, que a su vez contribuye a la aterosclerosis, obstruyendo el flujo sanguíneo. Además de la alimentación, factores como el consumo de alcohol, la falta de actividad física y el tabaquismo, agrava la situación, elevando los triglicéridos y dañando los vasos sanguíneos. Por esta razón, la educación sobre hábitos saludables ayuda a combatir esta problemática.
Soluciones para combatir la obesidad
Programas de educación nutricional en escuelas, donde se fomente el conocimiento sobre alimentación saludable desde una edad temprana, son un buen punto de partida. Iniciativas comunitarias que involucren a padres y educadores también pueden desempeñar un papel fundamental en la prevención de la obesidad infantil.
“La actividad física no solo combate enfermedades, sino que también ayuda a mitigar los efectos psicológicos de la obesidad, como la depresión y la baja autoestima. Es un regalo que todos deberíamos hacer por temas de bienestar y calidad de vida”, señaló Juan Manuel Montes Franco, entrenador físico. Además, es importante considerar cómo los factores socioeconómicos y culturales influyen en la alimentación y el acceso a opciones saludables. La falta de recursos y la desinformación pueden perpetuar ciclos de obesidad que son difíciles de romper.